Aceite 101: Todo lo que debes saber

Por Virginia de Mamá De Mente Verde

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A principios del siglo XX, nuestras abuelitas cocinaban con grasas tradicionales (manteca de cerdo, pollo o res, mantequilla, aceite de oliva, aceite de palma y aceite de coco), que no eran refinadas en lo absoluto.   Ellas no le tenían miedo a las grasas ya que sabían perfectamente que las grasas son completamente necesarias e indispensables para estar saludables debido a que sirven para lubricar el tracto intestinal, son esenciales para un buen funcionamiento metabólico y son las que protegen nuestros órganos incluyendo el cerebro.

A pesar de conocer todos estos beneficios, en 1950 las grandes empresas decidieron crear un aceite comestible para cocinar (freír, dorar, hornear, saltear, para aliños, ensaladas, etc.) y se inventaron los aceites hidrogenados y parcialmente hidrogenados, que de la mano de las grasas saturadas y el colesterol acapararon el mercado sin vuelta atrás.

Para 1990, los aceites más consumidos eran refinados y desconocidos para la dieta tradicional: aceite de soya, maíz, girasol y aceite de oliva.  La mantequilla es cada vez más escasa y fue reemplazada por la margarina (una mezcla de mantequilla con grasas hidrogenadas) y la industria del aceite de coco quebró a pesar de que se usaba para todo, incluso para hacer canchita en los cines.  Todo esto originó enfermedades del corazón, diabetes, obesidad y cáncer de todos los tipos y formas en mujeres, hombres, niños, adultos y ancianos.  Es en este momento que se nos grabó el mensaje de “cero grasa” y “bajo en grasa”, cuando en realidad estábamos empezando a privar a nuestro cuerpo de una herramienta importantísima para el metabolismo, inmunidad y funcionamiento en general.

Por todo esto, es importante alimentarse y cocinar únicamente con aceites no refinados o con mantequilla pura.  Añade a tu dieta grasas buenas como la palta, las nueces y semillas, ya que son las únicas que le darán el mensaje a tu cerebro de que está satisfecho y tu figura lo reflejará.

También es importante recalcar que la cantidad de antioxidantes y grasas saludables varían ampliamente en los diferentes tipos de aceite que actualmente existen en el mercado, así mismo, la cocción a alta temperatura de un tipo de aceite puede producir radicales libres y dañar los nutrientes.  Es por esto que te sugiero leer las etiquetas cuidadosamente al comprar una botella de aceite para cocinar y elige siempre los aceites que no han sido refinados químicamente, evitando cualquier cosa que sea hidrogenada.

A continuación te detallo algunas características de las grasas que generalmente consumimos para que puedas tomar la mejor decisión para ti y tu familia:

  • Manteca animal (cerdo, res): es antimicrobial y contiene vitaminas A, D, E y K.  Baja los niveles de colesterol, es antioxidante y es estable para cocinar a altas temperaturas ya que no se oxida y no libera radicales libres al calentarse.
  • Mantequilla: tiene propiedades anticancerígenas, estable para cocinar y contiene vitaminas A, D y K.
  • Aceite de coco: contiene ácido láurico, considerado anti-viral, anti-bacterial, balancea niveles de colesterol, previene incluso la caries dental y aporta energía inmediata.  Sin embargo contiene más calorías que la mantequilla.
  • Aceite de Oliva extra virgen: rico en nutrientes, contiene vitaminas A y E que ayudan a tener un cabello, piel y ojos sanos.  Aporta clorofila y magnesio.  Además este tipo de aceite ayuda a bajar el colesterol y disminuye los riesgos de enfermedades del corazón.  Se recomienda su uso para ensaladas o vinagretas, pero no tanto para la cocción a fuego alto ya que se oxida.
  • Aceite Vegetal: son generalmente mezclas (a menudo contienen soya), por lo que sus beneficios para la salud varían.  En todo caso, te sugiero escojas los aceites que sean 100% puros y elaborados con un sólo componente.

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